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Pregón de

Doña Julia

García

Salvador

 

 

Buenas noches a todos mis vecinos de Cúllar, y a todos los que nos acompañáis de fuera en estas tan entrañables fiestas en honor a Nuestra Santísima Virgen de la Cabeza.

 

Si alguien no me conoce, soy Julia la de la Cal.

 

Lo primero que quiero es dar las gracias a las comparsas Mora y Cristiana, así como a la hermandad de la Virgen de la Cabeza por este honor tan grande que es para mi familia y para mí el ser pregonera de estas fiestas.

 

No sé si soy merecedora de estar aquí, pero lo que sí tengo muy claro es que estoy muy orgullosa, aunque no sea la más capacitada para esto, ya que apenas sé leer y escribir, pero la ocasión merece un esfuerzo por parte de todos para  que este pregón salga bien y ponerme a la altura de todos los anteriores pregoneros que lo hicieron en su día tan bien hecho.

 

Éstas son quizás las mejores fiestas para todos los cullarenses, aunque se hacen muy cortas, ya que son muchos los preparativos  para que todo salga bien, y luego en un abrir y cerrar de ojos ya han pasado, pero todo el trabajo es poco para ver pasar a nuestra Virgen por la puerta de nuestras casas acompañada de tanta y tanta gente, ya que todo Cúllar la venera, pero no todos pueden ir a su ermita a visitarla, y es Ella la verdadera protagonista de estas nuestras  fiestas.

 

Quiero aprovechar esta ocasión tan especial para recordar brevemente cómo empezaron y cómo vivo yo estas fiestas.

 

Las primeras paellas, que entonces eran familiares, y hoy son tan populares en los desfiles, cuando mi amiga y prima la Kika y yo nos colocábamos nuestras chilabas de fiesta, y desfilábamos en medio de los más pequeños. Este último año no he desfilado porque la echaba de menos, aunque en su memoria lo volveré a hacer cuando el cuerpo me lo pida.

 

Yo todo lo que hago en las fiestas es porque lo que más vida y salud me da es divertirme y divertir a la gente joven.

 

Cuando una pandilla de jóvenes llama a mi puerta sea a la hora que sea ahí está Julia para hacerles lo mismo unas gachas, unas migas o lo que se presente.

 

Nunca he participado con ánimo de ganar algo, sino todo lo contrario. Me he encontrado mala pero he oído el repique de campanas o el disparo de cohetes, me he tomado mi medicación, y me he puesto a hacer roscos, tortas y café para recibir al pasacalles, después si me he tenido que acostar bueno pues me he acostado, pero eso sí, en mi cuerpo llevo ese orgullo y satisfacción que es prepararlo todo y que ese gentío llegue a mi puerta a reponer fuerzas.

 

Cuando ya he recogido lo del pasacalles de mi puerta me voy a las eras de las fiestas y me pongo a hacer paellas con las escuadras moras, y luego a la plaza a repartir platos de arroz. Más tarde me coloco la chilaba limpia y a desfilar. Esto es lo que yo hago, y lo hago porque me gusta.

Soy feliz así.

 

Que me gustan mucho las fiestas no creo que haga falta ni decirlo, pero éstas y todas, ya que si es carnaval me disfrazo con la escuela de adultos, y antiguamente de máscara por todos los barrancos. Que es Semana Santa, lo mismo me visto de Manola que de penitente. Y si en San Agustín, con cuatro trapos y a las carrozas. Lo importante para mí es participar, y no falta alguna comida para la feria en la que no ponga un toque yo.

 

Mi marido no me suele acompañar en todas estas fiestas, porque a él no le gustan como a mí. Pero al menos no se mete en nada, que no es poco.

Él siempre me dice: - Contigo ya hay bastante.

 

Bueno, lo que yo pueda deciros los que me conocéis ya sabéis como soy, y además estamos deseando todos oír a Paquito el Chocolatero y esas marchas moras ya. Sed buenos, bebed y bailad hasta que el cuerpo aguante. Dormid lo justo, y que un año más demos ejemplo de comportamiento y convivencia, por lo que ya Cúllar es conocido.

 

Me despido invitándoos a todos a que la mañana del domingo os paséis por mi puerta, que algo habrá como siempre.

 

¡¡Viva la virgen de la Cabeza!!

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