Pregón de
Don Juan de Dios
Villanueva
Roa
Amigas y amigos cullarenses, visitantes llegados desde lejanas tierras, paisanos de los pueblos vecinos, bienvenidos esta noche al centro del universo de la cristiandad y de la morería, bienvenidos a la que en poco más de veinte años se ha convertido en una de las principales sedes de las fiestas más coloristas, más enjaezadas, más vistosas, más participativas del Sur de España, bienvenidos a Cúllar, pueblo universal, bienvenidos a las fiestas en honor a la Virgen de la Cabeza.
No puedo comenzar este pregón de otra forma que agradeciendo a las Comparsas de Moros y Cristianos, y a la Hermandad de la Virgen de la Cabeza el ofrecimiento a pregonar sus fiestas de 2004. Es para mí y para mi familia un honor encontrarnos esta noche en esta privilegiada posición entre vosotros. Por ello gracias. Procedamos pues pidiendo amparo a la Chiquitilla de Cúllar para que me ayude en la ejecución de esta labor.
Paisanos del mundo, cullarenses todos, éste que os habla llegó a Cúllar hace ya dieciocho años. Gobernaba esta villa por aquel entonces Ángel Martínez; Florencio Lorente era el responsable de la cultura de Cúllar. Con ellos el resto de las gentes que iban cada cual a su trabajo, cada cual a sus asuntos. Encontramos las puertas abiertas, vuestra amabilidad más sincera, las más fervientes ganas de superación, de ganar el futuro. Mi responsabilidad aquel año era abrir la escuela de adultos en este pueblo. Y me puse manos a la obra, por esos barrancos de Dios, por las calles que suben y bajan, que se cruzan sobre ellas mismas. Fui descubriendo un pueblo que me iba entrando en el alma desde el primer momento. Y quise retratarlo, recogerlo en imágenes con una cámara de vídeo, hacer protagonistas con sus gentes, con sus costumbres, y hurgar en lo más profundo de su esencia, de vuestra esencia. Abrimos la escuela, se llenó de mujeres que querían aprender a leer y a escribir. Alguna sólo quería aprender a marcar los números en el teléfono para llamar a su hijo que estaba trabajando en Cataluña. Los jóvenes aprendían fontanería, electricidad, música; las chicas, además, aprendían otras cosas que luego les sirvieron para plantear sus vidas.
Quiero recordar esta noche a algunos de quienes estuvieron conmigo en aquel entonces. Además de los nombrados no puedo olvidar a Don José Ramón Álvarez, el médico, hombre bueno y amable; a Rafael García, el maestro, compañero y amigo; a Jaraba, padre e hijo; al cartero, a los funcionarios del ayuntamiento, a Joaquina García, y a mis alumnas y alumnos, a las Marías, Dolores, Encarna, Julia, Emilia, Pedro, Serafín, Esteban, y así hasta más de cincuenta, y al lado de ellos quiero hacer un reconocimiento especial a Jerónimo Muñoz, por su inestimable ayuda en mi labor aquel año, y por lo que representa hoy aquí, pues él fue emigrante; él, como otros muchísimos nacidos entre las sierras de la Hinojora y Periate, en estos páramos con el esparto como rey, que abandonaron este pueblo, a sus familias, a sus amigos, y se incrustaron en una sociedad distinta, más avanzada, a dar su trabajo cada día, a dar su sudor en busca de cuatro duros que permitieran a los suyos salir adelante aquí. Y poco a poco ir creándose una vida diferente, lejos de estos aires del Sur, lejos del esparto y romero, del frío invierno, de los páramos que envuelven estas tierras a las que tanto aman, a las que tanto quieren. A él, y a todos los hijos de Cúllar que tuvieron que abandonar ésta, su tierra, vuestra tierra, para poder ganarle dignidad al trabajo, a la vida, a ellos y a ellas que aprendieron a vivir lejos de aquí, pero que dejaron entre estas calles su corazón hecho añicos, su alma en éste que será siempre su pueblo, quiero dedicarles el homenaje que merecen. La Virgen de la Cabeza está con ellos, con ellas, la Chiquitina los acompaña en sus casas allá a lo lejos, tan lejos, con su imagen, con su aliento, con ese empuje que los hace ver a los suyos nacer y vivir lejos de Andalucía. No olvidéis nunca, nunca este pueblo que tanto os añora, que tanto os necesita.
Y regreso a aquel ya lejano año de 1987. Sabed que aún Cúllar era un palacio y mil cuevas. Yo anduve por él, yo entré en ellas, las cámaras de televisión grabaron espacios limpios, dignos, pobres, y espacios amplios, señoriales, históricos. Esa era Cúllar hace casi veinte años. Hoy va avanzando en un desarrollo social y cultural, económico y laboral imprescindible para ganar el futuro. Y grabé aquella bajada de la Virgen hasta ésta, su casa, y las primeras escuadras de moros y de cristianos desfilando por sus calles, paseando a su Señora por las arterias de este pueblo. Y ahí quedarán esas imágenes para siempre, unas imágenes en las que cientos de vosotros os reconoceréis con casi veinte años menos, porque me gustaría que formaran parte del museo que pretendéis constituir en referencia a estas maravillosas fiestas que hoy comienzan.
Es para mí un orgullo haber trabajado para este pueblo, para sus gentes. Fueron sólo nueve meses, pero a mí me marcaron para el resto de mi vida.
Desde entonces cada vez que oigo Cúllar recuerdo sus mercados en sus calles, a La Kika, la música de Paquito el Chocolatero, las escuadras rompiendo el aire sereno, acogedor que os vio nacer, a vosotros, gentes emprendedoras, luchadores que habéis sido capaces de regresar doscientos años atrás y reconquistar una fiesta que ya llevabais en vuestras venas. Permitidme que acabe este pregón con unos versos a vuestra Señora, a nuestra Señora, la Virgen de la Cabeza.
La Virgen de la Cabeza
vive chiquita allá enfrente,
allá, en su ermita,
y acá la tenemos,
en el corazón de su gente
que reza ferviente
a la Virgen bendita.
La Virgen de la Cabeza
aguarda tranquila su fiesta
en la que moros y cristianos
reviven la gesta
de ofrecerse, espada en mano,
a su Reina Chiquita.
Allá donde se halle
alguien de Cúllar
que no quepa duda,
en su alma vivirá,
siempre suya,
Santa María de la Cabeza,
la Virgen de Cúllar.
Reina mora,
Reina cristiana,
entre nosotros estás
en esta noche estrellada.
¡Que viva la Virgen de la Cabeza!
¡Que viva la Virgen de la Cabeza!
¡Que viva la Virgen de la Cabeza!
Muchas gracias a todas y a todos.